Fue otro viaje épico a la península ibérica, que me regaló hermosos paisajes, encuentros agradables e interesantes y sesiones de windsurf de primer nivel. Y eso me hizo aún más adicto al océano.....

 

Windsurf, viajes: Galicia-Portugal, verano 2023

 

A estas alturas se está convirtiendo en una adicción de la que no puedo prescindir... Soy enamorado de los ambientes y paisajes del norte de España. Y este año también descubrí lugares mágicos en Portugal. La atracción es tan fuerte que la idea de regresar a Omán ha desaparecido.

Conduje otros 5400 km en coche. Muchos pensarán que estoy loco. Pero para mí, el viaje, más mental que físico, comienza en cuanto salgo de la circunvalación oeste de Milán.....

Salí la tarde del 26 de junio y la tarde siguiente, después de haber recorrido los primeros 1.000 kilómetros, hice escala poco después de Toulouse. Al día siguiente entré en España, inmediatamente con una parada para almorzar en la preciosa Playa La Franca, en Asturias. Antes de cenar, el día 28, llegué al Camping Lago-Mar, cerca de Muxía, en Galicia. Y fue el primer descubrimiento agradable de este nuevo viaje. El camping es pequeño, pero limpio y bonito, bien gestionado por gente joven y simpática. Y tiene vistas a la protegida Playa do Lago, con un hermoso paisaje a su alrededor (click here, to enjoy the whole slidegallery of the travel).

 

 

 

 

Aquí conocí a una simpática familia argentina que huyó de su país y que, según me dijeron, ahora tiene graves problemas económicos. Se mudaron a Valencia, donde tienen familiares, y cuando los conocí estaban de vacaciones en autocaravana.

Paré aquí porque no pude evitar ir a Playa Nemina, una de las playas más hermosas que he visto en todo el mundo. Y que ofrece olas increíblemente limpias, aprovechadas principalmente por los surfistas, pero que, con un viento ligeramente fuerte del norte/noreste, también se puede practicar windsurf. Y, de hecho, aquí, el 29 de junio, pasé un hermoso día y tuve una breve sesión con el Da Curve 88 y el Goya Banzai X Pro 5.3, que monté aquí por primera vez. El viento entra side off, casi off, muy racheado, pero con astucia y un poco de técnica logré coger algunas de estas hermosas olas, en un mar esmeralda como el de Cerdeña.

 

 

 

 

Aquí también conocí a Michele, un chico simpático de Livorno que se mudó a La Coruña desde hace años y que acecha en lugares con su furgoneta, pasando los días un poco surfeando, un poco haciendo trabajo remoto... Si te detienes aquí, saluda a él para mí y disfrute de su agradable habla toscano-español. Michele también me explicó que en marea media o en marea alta, las olas del Nemina empujan con más fuerza.... Durante el día, también fui a explorar el paraje de Cabo Vilan (Playa da Balea, para ser precisos), que no presentaba condiciones dignas ese día (aunque el viento era más fuerte y lateral que en Nemina), y la playa Rostro, un lugar mágico, donde disfruté el final de la tarde.

Aquí, mientras acampaba en Galicia, también pillé la única lluvia de las vacaciones. La tienda Ferrino Svalbard 3 resistió la lluvia muy bien. Cuando dejó de llover salí a preparar el desayuno, que disfruté charlando con los argentinos, poniéndome mi chaqueta noruega y el gorro de lana de Moulay, soportando una pequeña llovizna que volvió de nuevo. No duró mucho y luego salió el magnífico día soleado que mencioné anteriormente. Y de todos modos, estos son los episodios que hacen que las vacaciones sean agradablemente más aventureras.

 

En los días siguientes habría llegado a Galicia un excelente oleaje, pero no acompañado de viento sostenido.

La alta presión frente a Portugal significa que Nortada está asegurada, por lo que descendí hacia el sur.

Y tengo que agradecer a mi amigo Max que me haya dejado descubrir un lugar realmente bonito: la Praia de Areia Branca, en Lourinha, justo debajo de Peniche (donde también di una vuelta para comprobar las condiciones de Baleal y Supertubos). El lugar tiene una logística perfecta: aparcamiento asfaltado cerca del paseo marítimo, muy cuidado y caracterizado por la presencia de agradables bares y restaurantes; césped para aparejar velas; baños y duchas públicos.... La playa de arena es preciosa y amplia, y tiene dos acantilados, uno al norte y otro al sur, y un fondo marino, en frente, de meseta de arena dura/roca plana que hace subir unas realmente olas interesantes.

Aquí tuve las dos mejores sesiones de todas las vacaciones: el 30 de junio con Ezzy Elite 4.2 y Da Curve 80; 1 de julio con Da Curve 88 y Ezzy Wave 4.7, pero a media tarde debería haber vuelto a cambiar a equipos más pequeños. 

 

 

Como os comentamos, aquí las olas son preciosas, suben en muchos puntos, pero sobre todo delante del restaurante de Foz, y a mitad de la playa, y además permiten dos bottoms antes de cerrar. Con motivo de mis sesiones, hubo un gran oleaje, con olas surfeables de alrededor de 2-3 metros, y logo muy alto en alta mar. Salir al mar no fue fácil, debido a la fuerte corriente que llevaba a favor del viento, y que hacía que el viento aparente en la vela fuera menos potente, y debido a una rompiente exigente (peor que Haakgat...), incluso de 3 metros, especialmente durante la marea alta.

La marea tiene un efecto importante en las condiciones del lugar. Si no hay oleaje es mejor salir con la alta para coger un poco más de olas. Si hay oleaje fuerte, lo mejor es salir con marea media o baja, para tener condiciones más humanas.

Desafortunadamente, tuve una pequeña pelea con la cámara GoPro, pero salió un lindo video de surfeando, que puedes ver al final del artículo. También hice algunas fotos y algunos vídeos (ver galería de diapositivas del viaje) de dos chicos españoles (conocidos días después en el Guincho), que demostraron ser bastante hábiles.

Luego, para los días siguientes (2, 3 y 4 de julio) decidí trasladarme a Guincho, que teóricamente ofrecía las mejores condiciones. También porque el camping Orbitur de Foz do Arelho fue un tanto decepcionante....

Pero tal vez hice mal y debería haberme quedado en Lourinha o haber probado primero en Ericeira.

Guincho es un spot complicado, que puede darte bonitos paseos, pero también puede hacerte perder mucho tiempo.

La playa no es tema de discusión. Es conmovedoramente hermoso..... En teoría, las condiciones del 2 de julio deberían haber sido hermosas. Llegué a las 11 al estacionamiento del lugar. El viento entró bien en la parte sur de la playa, mientras que fue flojo y onshore (volviendo offshore), en la parte norte de la playa, donde suelen salir los windsurfistas. Se esperaba que la marea subiera y alcanzara su punto máximo alrededor de las 14.30 horas. Y con ello el rompiente creció espectacularmente, llegando incluso a los 2 metros, haciendo el spot inviable (incluso algunos Kiters, a favor del viento, de donde parten, fueron arrojados de nuevo a la playa).

Esperé hasta las 16.00 horas, cuando, después de hablar también con algunos españoles, decidí dar una vuelta hasta el precioso Cabo da Roca, tanto porque no puedo quedarme en el lugar esperando sin hacer nada, como porque el El sol portugués corría el riesgo de aturdirme. Regresé al lugar sobre las 17.30 horas, notando todavía condiciones de viento desfavorables. De hecho, como leí en algunas reseñas, noté que el intenso calor del día determinó, en la costa, una rotación del viento del Este, que mantuvo la Nortada (además, fuerte) más lejos de la costa. Y también noté que Cabo da Roca no tenía el clásico sombrero de nubes que lo rodeaba. Decidí darme un baño en la piscina del camping Orbitur del Guincho, donde había montado mi tienda, y que resultó ser un establecimiento agradable y bueno (aunque no tan impresionante como los campings gallegos).

Y luego, al día siguiente, supe por un chico inglés que encontré en el lugar, que el viento soplaba de 4.2 a las 19.00 horas, y que el Guincho dio una buena sesión con olas buenas y razonables, hasta la última luz del día. .....

 

 

El 3 de julio empezó de la misma manera, así que a primera hora de la tarde preferí ir a explorar los parajes de Ericeira, que resultó ser otro gran descubrimiento. El pueblo está bien cuidado y es bonito (incluso el camping, visto desde fuera, tenía una pinta muy bonita), y tiene unas playas espectaculares: Foz do Lisandro y Ribeira d'Ilhas vistas desde sus respectivos Miradouros son fascinantes. Se trata de playas, especialmente la segunda, frecuentadas principalmente por surfistas, con excelentes estructuras de servicios (escuelas, alquileres, baños, bares, aparcamientos). Foz do Lisandro es también un spot de windsurf, que en el momento de mi inspección no presentaba condiciones difíciles, si no una rompiente de marea alta para manejar con esa mínima experiencia, siempre requerida por los spots oceánicos, pero que no presentaba realmente olas surfeables. En cambio, Ribeira mostró toda su fama como spot de surf de primer nivel, con olas maravillosas que se levantaban en los arrecifes de barlovento, y que fue bien investida por la Nortada. Pero debo decir que las historias de localismo y agresividad de los surfistas contra los windsurfistas me han desanimado un poco a la hora de intentar salir aquí. Quizás lo intente la próxima vez, aunque tengo que decir que probar el windsurf, cuando hay decenas y decenas de surfistas por todas partes en el agua, no me parece muy factible.

Desafortunadamente, no entendí de inmediato dónde estaba el tercer lugar para practicar windsurf en Ericeira, Matadouro, que en realidad no se corresponde con la Praia do Matadouro, sino con el arrecife llamado Pedra Branca. Me enteré al día siguiente, 4 de julio. No es un lugar fácil, porque está rodeado de rocas, fondos bajos de roca. Sólo se sale con la marea alta, y dicen que tiene olas muy lindas. Cuando fui allí el día 4, con el oleaje casi terminado, tenía olas que se hacían empinadas demasiado cerca de los arrecifes rocosos, o de la playa, por lo que no se podía hacer windsurf con un margen de seguridad adecuado. No puedo decir qué condiciones ofrecía el spot el 3 de julio, porque fui a ver la Praia do Matadouro, que tenía buenas condiciones sólo para surfistas expertos.

Así, hacia media tarde del día 3, regresé a Guincho (a 50 minutos en coche de Ericeira), donde mientras tanto el viento también había entrado en la orilla.... ¡una maravilla! Con la marea baja, la salida a la orilla se había vuelto fácil, y también las olas, en alta mar, contenidas a dos metros.

Intenté equipar mi equipo de batalla: Ezzy Elite 3.7 y Tabou Da Curve 80 con aletas K4. Salí al mar dos veces, pero me fue imposible hacer nada decente. El viento, de más de 40 nudos, desgarró mi vela durante las maniobras y hacía difícil sacar, por hacer los bottoms. Algunos windsurfistas pesados salieron con la 3.3..... Fue una salida de supervivencia, que terminé al cabo de una hora, cuando preferí empezar a hacer algunas fotos y vídeos para dar una idea de las condiciones (ver galería de diapositivas y vídeo que acompaña a la artículo). Incluso Stew (abreviatura de Stewart), el chico inglés de Sussex, conocido en el lugar, confirmó mis impresiones.

 

Al día siguiente, me lo tomé con relativa calma. Mientras acampaba, conocí a John, un neozelandés de mi misma edad, que me habló de sus sesiones de windsurf en Wellington. Inmediatamente se creó una buena empatía entre los windsurfistas. Nueva Zelanda es uno de mis sueños (no tanto por el windsurf, sino por la belleza del país), y las palabras de John evocaron en mí hermosas imágenes. Desgraciadamente, me temo que esto se quedará sólo en un hermoso sueño... Quién sabe...

Después de pasar nuevamente por Ericeira, para conocer más los spots, decidí volver a jugar mis cartas en la Praia de Areia Branca, en Lourinha, que cuando llegué tenía unas condiciones aparentemente hermosas (olas fáciles de alrededor de 1,5 metros).

Desgraciadamente el viento ligero e inestable no me permitió disfrutar plenamente de la sesión, ni siquiera cuando intenté salir con la potente Banzai 5.3 (y la Da Curve 88, claro). Era demasiado lento para poder coger las olas sin dejarlas pasar debajo de mi tabla. Así que decidí terminar el último día con calma.

 

Me di una buena ducha en los baños públicos, impecablemente limpios, y me preparé para la cena a base de pulpo, que tomé en el "100 Pratus White Sand Club", después de las numerosas cenas de camping (donde, sin embargo, no me faltaron algunas pastas con sardinas y otras recetas italianas).

Después de cenar, disfruté del último atardecer sobre el océano, caminando junto al mar.

El viaje de regreso comenzó al día siguiente (unos 2100 km) y transcurrió sin problemas, salvo un poco de confusión en el sur de Francia.

Una vez más, el viaje depositó en mí imágenes y recuerdos muy gratos, antes de que las tareas de la vida diaria me atraparan nuevamente. Pero está bien, no me voy a quejar.

Nos vemos en la próxima aventura. Fabio

 

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El vídeo de las vacaciones